En los últimos tiempos me ocurre
con bastante frecuencia cuando participo en reuniones o entrevistas
profesionales percibir el interés de los responsables de los catastros de
distintos países latinoamericanos por dotarse de unos adecuados y eficientes
geoportales para sus servicios. Bajo distintas denominaciones (oficinas
virtuales, sedes electrónicas, portal del catastro, etc…) todos buscan dotarse
de la herramienta que les permita convertir sus sistemas catastrales en auténticos
modelos de administración electrónica, bien adquiriendo nuevos equipos o
sistemas, o bien transformando los servicios que ya existen parcialmente
instalados.
Sin embargo, en algunas ocasiones
se percibe una cierta confusión cuando se demanda un servicio de estas características,
confusión que en algunos casos procede de un insuficiente análisis de lo que
debería realmente ser un geoportal de catastro, y en otros de una inadecuada valoración
de las ventajas que produce sobre la sociedad en su conjunto el disponer de un
buen catastro, accesible y reutilizable.
Me gustaría hacer algunas
consideraciones al respecto.
En primer lugar, un geoportal
para catastro no se genera, desde luego, tan sólo con adquirir una determinada
tecnología o equipamiento, aunque se trate de soluciones contrastadas y de
reconocido prestigio. No es tampoco una mera puesta a disposición de las cartografías
digitales a través de internet, ni un lugar desde donde es posible descargarse
una ortofotografía. Es mucho más que eso.
En segundo lugar, el mejor
geoportal no suple las carencias y baja calidad de una mala base de datos. Sin
embargo, una deficiente base de datos no debería limitar la implantación de un
geoportal de catastro (definiendo con claridad sus efectos jurídicos), puesto
que se trata de una gran herramienta para socializar esta información y, a través
de ella, depurarla y actualizarla mediante el trabajo adecuado. No olvidemos
que los antecedentes catastrales que ya existen son auténticos diamantes en
bruto, que sólo esperan a ser tratados adecuadamente.
Y en tercer lugar, y por no
alargar más este comentario, un geoportal de catastro debe generarse a través
del análisis pormenorizado del “ecosistema” tecnológico y social en el que ha
de ser implantado, prestando especial atención a cuestiones tales como las
políticas nacionales en materia de administración electrónica, los criterios de
ahorro en el sector público, o la posición institucional respecto a la
transparencia y la política de datos abiertos. Es a partir de esta observación
como puede diseñarse un auténtico geoportal para catastro que, como se aprecia
en la imagen, ha de resolver múltiples
cuestiones previamente a su implantación. Han de adoptarse distintas decisiones
que afectan a temas tales como los productos o servicios que se ofrecen, los
procesos que se desarrollarán en él, los formatos de entrega de la información,
la existencia o no de datos protegidos, la adecuada gestión de usuarios, la
necesidad de realizar o no pagos a través de esta plataforma o la adecuada
aplicación de una auténtica política que propicie la reutilización efectiva de
la información catastral por la sociedad.
Solo al final de este análisis es
cuando estamos en posición de decidir cuál es la tecnología más adecuada para
poner en marcha este proyecto. El desarrollo de la tecnología actual permite
elegir entre distintas soluciones que pueden ser adaptadas a las necesidades de las diferentes oficinas del catastro que
existen en Latinoamérica. Por tanto, corresponde a los responsables del
catastro definir primero el modelo, al que luego se adaptará la tecnología, y
no al revés.
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