lunes, 4 de noviembre de 2013

¿De qué hablamos cuando hablamos de un geoportal de catastro?.

En los últimos tiempos me ocurre con bastante frecuencia cuando participo en reuniones o entrevistas profesionales percibir el interés de los responsables de los catastros de distintos países latinoamericanos por dotarse de unos adecuados y eficientes geoportales para sus servicios. Bajo distintas denominaciones (oficinas virtuales, sedes electrónicas, portal del catastro, etc…) todos buscan dotarse de la herramienta que les permita convertir sus sistemas catastrales en auténticos modelos de administración electrónica, bien adquiriendo nuevos equipos o sistemas, o bien transformando los servicios que ya existen parcialmente instalados.

Sin embargo, en algunas ocasiones se percibe una cierta confusión cuando se demanda un servicio de estas características, confusión que en algunos casos procede de un insuficiente análisis de lo que debería realmente ser un geoportal de catastro, y en otros de una inadecuada valoración de las ventajas que produce sobre la sociedad en su conjunto el disponer de un buen catastro, accesible y reutilizable.

Me gustaría hacer algunas consideraciones al respecto.

En primer lugar, un geoportal para catastro no se genera, desde luego, tan sólo con adquirir una determinada tecnología o equipamiento, aunque se trate de soluciones contrastadas y de reconocido prestigio. No es tampoco una mera puesta a disposición de las cartografías digitales a través de internet, ni un lugar desde donde es posible descargarse una ortofotografía. Es mucho más que eso.

En segundo lugar, el mejor geoportal no suple las carencias y baja calidad de una mala base de datos. Sin embargo, una deficiente base de datos no debería limitar la implantación de un geoportal de catastro (definiendo con claridad sus efectos jurídicos), puesto que se trata de una gran herramienta para socializar esta información y, a través de ella, depurarla y actualizarla mediante el trabajo adecuado. No olvidemos que los antecedentes catastrales que ya existen son auténticos diamantes en bruto, que sólo esperan a ser tratados adecuadamente.

Y en tercer lugar, y por no alargar más este comentario, un geoportal de catastro debe generarse a través del análisis pormenorizado del “ecosistema” tecnológico y social en el que ha de ser implantado, prestando especial atención a cuestiones tales como las políticas nacionales en materia de administración electrónica, los criterios de ahorro en el sector público, o la posición institucional respecto a la transparencia y la política de datos abiertos. Es a partir de esta observación como puede diseñarse un auténtico geoportal para catastro que, como se aprecia en la imagen,  ha de resolver múltiples cuestiones previamente a su implantación. Han de adoptarse distintas decisiones que afectan a temas tales como los productos o servicios que se ofrecen, los procesos que se desarrollarán en él, los formatos de entrega de la información, la existencia o no de datos protegidos, la adecuada gestión de usuarios, la necesidad de realizar o no pagos a través de esta plataforma o la adecuada aplicación de una auténtica política que propicie la reutilización efectiva de la información catastral por la sociedad.


Solo al final de este análisis es cuando estamos en posición de decidir cuál es la tecnología más adecuada para poner en marcha este proyecto. El desarrollo de la tecnología actual permite elegir entre distintas soluciones que pueden ser adaptadas a  las necesidades de  las diferentes oficinas del catastro que existen en Latinoamérica. Por tanto, corresponde a los responsables del catastro definir primero el modelo, al que luego se adaptará la tecnología, y no al revés.


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