En un reciente artículo titulado “El
costo de los estratos”, publicado el 24 de febrero por el diario colombiano “El
Espectador”, -puedes verlo en:
se aborda de una manera directa
la compleja cuestión de los estratos económicos y sus efectos en los ingresos de los municipios
colombianos, y específicamente de Bogotá.
Hace 20 años se estableció en el país
un modelo de división territorial por estratos económicos. La estratificación es
un proceso para clasificar los inmuebles residenciales de un municipio o
distrito con base en las características de la vivienda y de acuerdo al nivel
socioeconómico, para efectos de facturación y subsidios.
En Bogotá se clasifican los inmuebles residenciales en seis estratos
socioeconómicos:
1)bajo-bajo, 2)bajo, 3)medio-bajo, 4)medio, 5)medio-alto, y 6)alto.
Esta
zonificación territorial se emplea con dos objetivos: por un lado, para
focalizar programas sociales y determinar tarifas diferentes del impuesto
predial y otros impuestos. Por otro, el subsidio se materializa en un descuento
sobre el valor de la factura de los servicios públicos, de manera que el
usuario paga menos de lo que cuesta realmente el servicio. De esta forma, los
usuarios de los estratos bajos podrán ser beneficiarios de una ayuda a través
de subsidios para el pago del suministro de los servicios públicos, de la
siguiente manera:
ESTRATO 1: Hasta un 50% del
consumo, ESTRATO 2: Hasta un 40% del consumo, y ESTRATO 3: Hasta un 15% del
consumo.
En el siguiente mapa puede verse
como se materializa la estratificación en la ciudad, teniendo en cuenta que el
nivel mínimo de trabajo es la manzana, salvo supuestos de edificios
excepcionales.
Pues bien, el artículo citado,
apoyándose en un reciente trabajo efectuado por la Facultad de Economía de la
Universidad de Rosario, cuestiona la vigencia de este modelo en el momento
actual, con argumentos realmente sólidos. Veamos algunos de ellos:
-Una vivienda de muy alta
calidad, situada en un barrio estrato 3 –aunque
debería estar dentro de un estrato 4 o 5-, y cuyo propietario tiene elevados
ingresos, tiene derecho a un subsidio para pagar el agua, el alcantarillado y
la luz.
-Esta situación le cuesta miles
de millones de pesos a Bogotá y al país. El desequilibrio entre subsidios e ingresos
realmente obtenidos por el pago de estos servicios le costó a Bogotá, en 2012, 93
mil millones de pesos (32,8 millones de €). Sólo en el servicio de
energía hubo equilibrio entre el recaudo y los subsidios.
-Como señala uno de los autores
del estudio, “el punto es sencillamente que mucha gente empezó a recibir
subsidios y nunca dejó de recibirlos. Me parece alarmante decir que el 75% de
los hogares bogotanos recibe subsidios, en medio de una ciudad con una economía
sólida, que ha bajado enormemente la pobreza, tiene una de las tasas más bajas
de desempleo del país y una alta contribución al PIB”.
-Si se mantuviera el modelo, y se
hiciera una reclasificación de los estratos acorde con la realidad económica
actual, un número importante de los inmuebles hoy situados en los estratos 2 y
3 serían clasificados en otro estrato. Obviamente es una opción que
políticamente es complicada, y algunos intentos de llevar a cabo este proceso
tuvieron una respuesta ciudadana significativa. En los siguientes gráficos se aprecia mejor los efectos de este modelo:
-El debate alrededor del tema de la estratificación
no se limita sólo a los números. Este modelo —atípico en el mundo— también ha
generado otros problemas, como la estigmatización social y la segregación,
acentuando las dificultades para que personas de distinta clase social
compartan los mismos espacios y accedan a las mismas oportunidades. Es frecuente
que en entrevistas de trabajo los ciudadanos que residen en los estratos más bajos oculten esta
información, puesto que podría suponer dejarles fuera del proceso de selección.
La Secretaría de Planeación de
Bogotá, con el apoyo de ONU Hábitat, ha propuesto al Gobierno desmontar el
sistema de estratos, estudiándose en la actualidad dos opciones:
-la creación de un registro o
censo individual que permita conocer cuál es el ingreso de las personas,
apostando por un modelo construido sobre
una declaración de renta universal, donde dependiendo de tu nivel de ingreso,
recibas el subsidio, o
-usar el avalúo catastral. No
olvidemos que Bogotá tiene hoy en día uno de los modelos catastrales más
punteros y actualizados de Latinoamérica, que incluye un censo actualizado de
más de 2,4 millones de inmuebles, y una alta conciencia de pago del impuesto
predial (el 93% de los contribuyentes paga el impuesto dentro del periodo
voluntario). No obstante, los detractores de esta fórmula señalan que se
seguiría centrando en los inmuebles y no en la capacidad económica de quienes
los habitan.
¿Por qué no una fórmula mixta,
como la que existe en España para la concesión de determinados subsidios y
becas?. Se trata de medir la capacidad económica íntegramente, sumando todo
tipo de ingresos y patrimonio, siendo decisivo para esto la información sobre
los inmuebles y sus valores que aporta el Catastro. Un alto porcentaje de los
casi seis millones de certificados digitales que se suministraron en 2014 a
través de la Sede Electrónica del Catastro han ido destinado precisamente a
esta finalidad.
La práctica unanimidad sobre esta
cuestión hace prever un cambio sustancial en el modelo de estratos de Bogotá, incluso
hasta su total sustitución por un nuevo sistema. Ahora bien, esto exigirá una
importante capacidad de gestión política del proyecto. Y hay elecciones municipales
próximamente.
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