miércoles, 25 de febrero de 2015

¿Llegó la hora de que la información del catastro sustituya al sistema de estratos en Bogotá?.

En un reciente artículo titulado “El costo de los estratos”, publicado el 24 de febrero por el diario colombiano “El Espectador”, -puedes verlo en:
se aborda de una manera directa la compleja cuestión de los estratos económicos  y sus efectos en los ingresos de los municipios colombianos, y específicamente de Bogotá.

Hace 20 años se estableció en el país un modelo de división territorial por estratos económicos. La estratificación es un proceso para clasificar los inmuebles residenciales de un municipio o distrito con base en las características de la vivienda y de acuerdo al nivel socioeconómico, para efectos de facturación y subsidios.

En Bogotá se clasifican  los inmuebles residenciales en seis estratos socioeconómicos:
1)bajo-bajo, 2)bajo, 3)medio-bajo,  4)medio, 5)medio-alto, y 6)alto.

Esta zonificación territorial se emplea con dos objetivos: por un lado, para focalizar programas sociales y determinar tarifas diferentes del impuesto predial y otros impuestos. Por otro, el subsidio se materializa en un descuento sobre el valor de la factura de los servicios públicos, de manera que el usuario paga menos de lo que cuesta realmente el servicio. De esta forma, los usuarios de los estratos bajos podrán ser beneficiarios de una ayuda a través de subsidios para el pago del suministro de los servicios públicos, de la siguiente manera:
ESTRATO 1: Hasta un 50% del consumo, ESTRATO 2: Hasta un 40% del consumo, y ESTRATO 3: Hasta un 15% del consumo.

En el siguiente mapa puede verse como se materializa la estratificación en la ciudad, teniendo en cuenta que el nivel mínimo de trabajo es la manzana, salvo supuestos de edificios excepcionales.


Pues bien, el artículo citado, apoyándose en un reciente trabajo efectuado por la Facultad de Economía de la Universidad de Rosario, cuestiona la vigencia de este modelo en el momento actual, con argumentos realmente sólidos. Veamos algunos de ellos:

-Una vivienda de muy alta calidad, situada en un  barrio estrato 3 –aunque debería estar dentro de un estrato 4 o 5-, y cuyo propietario tiene elevados ingresos, tiene derecho a un subsidio para pagar el agua, el alcantarillado y la luz.

-Esta situación le cuesta miles de millones de pesos a Bogotá y al país. El desequilibrio entre subsidios e ingresos realmente obtenidos por el pago de estos servicios le costó a Bogotá, en 2012, 93 mil millones  de pesos  (32,8 millones de €). Sólo en el servicio de energía hubo equilibrio entre el recaudo y los subsidios. 

-Como señala uno de los autores del estudio, “el punto es sencillamente que mucha gente empezó a recibir subsidios y nunca dejó de recibirlos. Me parece alarmante decir que el 75% de los hogares bogotanos recibe subsidios, en medio de una ciudad con una economía sólida, que ha bajado enormemente la pobreza, tiene una de las tasas más bajas de desempleo del país y una alta contribución al PIB”.

-Si se mantuviera el modelo, y se hiciera una reclasificación de los estratos acorde con la realidad económica actual, un número importante de los inmuebles hoy situados en los estratos 2 y 3 serían clasificados en otro estrato. Obviamente es una opción que políticamente es complicada, y algunos intentos de llevar a cabo este proceso tuvieron una respuesta ciudadana significativa. En los siguientes gráficos se aprecia mejor los efectos de este modelo:


 -El debate alrededor del tema de la estratificación no se limita sólo a los números. Este modelo —atípico en el mundo— también ha generado otros problemas, como la estigmatización social y la segregación, acentuando las dificultades para que personas de distinta clase social compartan los mismos espacios y accedan a las mismas oportunidades. Es frecuente que en entrevistas de trabajo los ciudadanos que residen en los estratos más bajos oculten esta información, puesto que podría suponer dejarles fuera del proceso de selección.

La Secretaría de Planeación de Bogotá, con el apoyo de ONU Hábitat, ha propuesto al Gobierno desmontar el sistema de estratos, estudiándose en la actualidad dos opciones:
-la creación de un registro o censo individual que permita conocer cuál es el ingreso de las personas, apostando por un modelo construido  sobre una declaración de renta universal, donde dependiendo de tu nivel de ingreso, recibas el subsidio, o
-usar el avalúo catastral. No olvidemos que Bogotá tiene hoy en día uno de los modelos catastrales más punteros y actualizados de Latinoamérica, que incluye un censo actualizado de más de 2,4 millones de inmuebles, y una alta conciencia de pago del impuesto predial (el 93% de los contribuyentes paga el impuesto dentro del periodo voluntario). No obstante, los detractores de esta fórmula señalan que se seguiría centrando en los inmuebles y no en la capacidad económica de quienes los habitan.

¿Por qué no una fórmula mixta, como la que existe en España para la concesión de determinados subsidios y becas?. Se trata de medir la capacidad económica íntegramente, sumando todo tipo de ingresos y patrimonio, siendo decisivo para esto la información sobre los inmuebles y sus valores que aporta el Catastro. Un alto porcentaje de los casi seis millones de certificados digitales que se suministraron en 2014 a través de la Sede Electrónica del Catastro han ido destinado precisamente a esta finalidad.


La práctica unanimidad sobre esta cuestión hace prever un cambio sustancial en el modelo de estratos de Bogotá, incluso hasta su total sustitución por un nuevo sistema. Ahora bien, esto exigirá una importante capacidad de gestión política del proyecto. Y hay elecciones municipales próximamente.

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