Durante un número importante de
años tuve la ocasión de coordinar los cursos para directivos y técnicos
latinoamericanos de Catastro, que se impartían en España dentro de los programas
de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Conservo de esa época bastantes buenos amigos, con quienes tengo el placer de reencontrarme
de vez en cuando con motivo de algún viaje o evento, como me acaba de ocurrir
en Colombia.
En esos cursos desarrollábamos un
seminario específicamente dirigido a identificar estrategias que ayudasen a
desarrollar proyectos de Catastro en la región. En dicho seminario siempre
concluíamos que eran cuestiones relacionadas con la fortaleza de las
instituciones catastrales y con el bajo apoyo político, -generalmente
demostrado en la insuficiente cobertura financiera-, las que otorgaban el éxito o el fracaso final
a estas iniciativas. Por el contrario, las dificultades para acceder a las
nuevas tecnologías, necesarias para implementar un Catastro moderno, no se
identificaban como una causa expresa que condicionase el buen resultado de los proyectos.
Habitualmente coincidíamos en que no faltaba tecnología para desarrollar
proyectos de Catastro en Latinoamérica
En términos similares se expresaron
varios de los participantes en el evento recientemente celebrado en Bogotá,
dentro de la primera reunión de la Red Interamericana de Catastro y Registro de
la Propiedad, auspiciada por la OEA y el Banco Mundial. En concreto, recuerdo expresamente
una intervención muy clara en este sentido de Jorge Muñoz, Gerente de la Unidad
Global de Tierras y Análisis Geoespacial del Banco Mundial.
En una entrada anterior, de mayo
de 2013, titulada “Tres preguntas
(frecuentemente sin respuesta) que deberían hacerse quienes buscan una
coordinación real entre Catastro y Registro de la Propiedad”, y que puede
consultarse en este enlace: http://catastreros.blogspot.com.es/2013/05/tres-preguntas-frecuentemente-sin.html
ya traté el tema de la necesidad
de abordar los procesos de mejora en la coordinación de Catastros y Registros
de la Propiedad en América Latina, como un problema esencialmente político.
Recomiendo repasar íntegramente
esta entrada, de la que traigo ahora esta cita concreta:
“Trabajando con distintos responsables latinoamericanos de ambas
instituciones que desean abordar iniciativas para la coordinación, y antes de
estudiar el alcance concreto de su problema, me gusta plantearles tres
cuestiones concretas:
1ª.- ¿Existe voluntad política y técnica para coordinar ambas
instituciones?.
2ª.- Si una misma finca tienen distinta información (de propietarios,
linderos, superficie, etc.) en Catastro y en Registro, ¿existen criterios, con el rango legal
adecuado, que definan qué dato de los dos prevalecerá sobre el otro?.
3ª- Identificado el dato que prevalece, ¿se corrige el dato erróneo en
la correspondiente base de datos para que coincida plenamente con este?.
Sorprendentemente en multitud de ocasiones las preguntas 2 y 3 no
suelen tener una respuesta positiva. Aunque exista la voluntad política de
comenzar procesos de coordinación, es muy frecuente que estos proyectos no
incluyan respuestas para estas cuestiones, lo que supone que se acaban
paralizando en sus primeras fases, una vez que se ha elaborado la lista de
fincas que se identifican como la misma en ambas bases de datos, y se
visualizan las diferencias en la información.
Es decir, se llega a saber que se trata de la misma finca, pero no se
sabe qué hacer con los datos discrepantes.”
Dicho de otra forma, realizados
los esfuerzos técnicos oportunos para diagnosticar el problema (el proyecto
ICARE en Colombia, o los procesos de vinculación catastro-registro
desarrollados en numerosos catastros mexicanos, son buenos ejemplos de ello),
parece que sigue faltando decisión política para resolver la cuestión.
Llegados a la necesidad de adoptar
decisiones que deben ser aceptadas por todas las instituciones implicadas, incluso
en contra de sus intereses corporativos, en muy pocas ocasiones los gobiernos
han adoptado decisiones contundentes para romper esta mala situación, que se
prolonga durante décadas.
Fijándonos en cómo se ha tratado esta
cuestión en otros países de Europa, en Australia o en Canadá, donde el
conflicto ya se ha resuelto hace muchos años, sólo caben dos vías eficaces de
actuación:
-Acabando con la disparidad
institucional, bien refundiendo ambas instituciones en una, o al menos
estableciendo bases de datos únicas, de tal manera que no sea posible la
existencia de dos datos discrepantes del mismo predio sobre titularidad de los
derechos, situación, superficie o linderos.
-Y otorgando prioridad temporal a
los trabajos de identificación física de los predios (actividad que suele corresponder
a los catastros), frente a las funciones de asignación o publicación de
derechos, (labor propia de los Registros de la Propiedad), garantizando así que
no se reconocen o se da publicidad a derechos que recaigan sobre predios
descritos de forma confusa o contradictoria, o incluso que ni siquiera existen.
¿Cómo es posible que con el avance actual de la tecnología sigan produciéndose dobles
inmatriculaciones registrales, o inscripciones que describen emplazamientos, superficies o
linderos que no se corresponden con la realidad?.
Estas y no otras son las decisiones
que tendrán que adoptar tarde o temprano los responsables políticos de los
gobiernos latinoamericanos que deseen realmente coordinar de manera definitiva el
Catastro y el Registro de la Propiedad.
Pretender que el problema se va a
resolver sólo aportando tecnología, es una visión errónea. La tecnología solo
valdrá para divulgar y amplificar el error, si todo sigue igual, o para
corregirlo, si se tomas las decisiones adecuadas.
Refundir las dos instituciones en una sola no parece ser la solución, pues seguirá existiendo la contradicción en el seno de la misma. Antes bien, para garantizar el tráfico inmobiliario se debe articular la intervención coordinada de ambos organismos, de manera que se asegure la relación biunívoca entre un ente catastral y otro registral: éste debe ser el objetivo que persiga la legislación en los tiempos que corren. No es otro profesional sino el agrimensor, quien está capacitado para intervenir en estas cuestiones, aplicando su criterio para buscar la coincidencia en ambas denominaciones. Tal como ud. señala, una base de datos tecnológicos incorrectos es catastrófica, pero siempre pasible de corregirse con voluntad. Éste es un desafío que nos presenta la voraz y revolucionaria evolución que presenciamos: el olvidarnos de que si el objeto virtual no se corresponde con el real en un todo, ése carácter infalible que tendemos a adjudicar a la tecnología no tiene sustento y, por lo tanto, no adelantamos nada con aplicarla. MARIJÓ ROTELLA
ResponderEliminarRefundir las dos instituciones en una sola no parece ser la solución, pues seguirá existiendo la contradicción en el seno de la misma. Antes bien, para garantizar el tráfico inmobiliario se debe articular la intervención coordinada de ambos organismos, de manera que se asegure la relación biunívoca entre un ente catastral y otro registral: éste debe ser el objetivo que persiga la legislación en los tiempos que corren. No es otro profesional sino el agrimensor, quien está capacitado para intervenir en estas cuestiones, aplicando su criterio para buscar la coincidencia en ambas denominaciones. Tal como ud. señala, una base de datos tecnológicos incorrectos es catastrófica, pero siempre pasible de corregirse con voluntad. Éste es un desafío que nos presenta la voraz y revolucionaria evolución que presenciamos: el olvidarnos de que si el objeto virtual no se corresponde con el real en un todo, ése carácter infalible que tendemos a adjudicar a la tecnología no tiene sustento y, por lo tanto, no adelantamos nada con aplicarla. MARIJÓ ROTELLA,de San Miguel de Tucumán
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