Durante muchos años ha sido idea predominante en el debate técnico y académico que debería existir una gran similitud –cuando no identidad- entre el valor catastral y el de mercado de los inmuebles. Ello supondría que las bases del IBI deberían incrementarse, y esta subida debería verse compensada con la aplicación de beneficios fiscales (especialmente reducciones en el tipo de gravamen), que permitiesen controlar el efecto en cuota de esta equiparación.
Esta era la teoría. Sin embargo la percepción social de la cuestión no fue nunca en la misma línea que la opinión académica. Son conocidos los ejemplos de resistencia a estas iniciativas, lo que justificó la existencia en nuestro país de un modelo moderado que busca llegar a un valor catastral situado tan sólo al 50% del valor de mercado, garantizándose en todo caso por mandato legal que el valor catastral nunca lo superaría. Existe así un “colchón”, situado entre el 50y el 100% del valor de mercado, dentro del cual podría moverse el valor catastral sin vulnerar la norma.
Sin embargo, en el momento actual se vuelven a presentar opiniones, influenciadas por la actual situación de crisis inmobiliaria, que van más allá, y que reclaman reducir los actuales valores catastrales para volverlos a situar al 50% del actual valor de mercado, cuando este es menor que el existente hace 2 o 3 años. Un ejemplo de esta situación se da en el Ayuntamiento de Jerez, como puede verse en esta noticia publicada en el diario “El País”, edición de Andalucía:
http://www.elpais.com/articulo/andalucia/alcaldesa/Jerez/pide/catastro/ajuste/crisis/elpepuespand/20100911elpand_13/Tes
Es un buen ejemplo de contradicción entre teoría fiscal y gestión tributaria real, en la que la percepción social de la aplicación de los tributos no siempre –más bien casi nunca en el caso del IBI- sigue la opinión de la doctrina.
Bueno, el problema de fondo es realmente de equidad, como tantas veces se ha comentado. No tranquiliza el hecho de que los valores estén dentro de la Ley. Si los valores catastrales de todos los municipios estuviesen en parecida relación con el valor de mercado probablemente no habría debate o al menos sería más racional. Es como si para cada municipio empleásemos una divisa distinta. Lo malo es que no tenemos un mercado de divisas transparente ni tampoco parece que estemos cerca de la moneda única catastral.
ResponderEliminarDicho eso, os cuento un caso real. Se revisan los valores de un municipio para 2006, en pleno auge inmobiliario. Es un pueblo más bien pequeño. El Ayuntamiento mantiene hasta 2010 el tipo de gravamen mientras sube la base liquidable. Cuando una cuota de IBI comienza ser corriente que supere los 500 € y los impuestos de transmisiones y sucesiones obligan a pedir préstamos (la CA aplica un coeficiente de 2,1) el Ayuntamiento se pone nervioso ante la presión de vecinos que no van a la prensa sino que se personan en casa de los ediles. El Ayuntamiento pide una revisión de valores a la baja. Sorprendentemente es la primera opción, antes que bajar el tipo de gravamen (efecto inmediato) o presionar a la Consejería de Hacienda que revise los coeficientes (lo que puede hacer con una simple Orden).
A pesar de que los efectos tributarios de los valores catastrales pueden paliarse por vías sencillas, siempre es el Catastro quien soporta toda la presión. Y toda la escandalera.
Todo un tema esto de a qué porcentaje del valor de mercado debe estar el valor catastral.
ResponderEliminarEn mi país, Argentina, si bien el valor catastral lo determinan los catastros provinciales debido a que no existe un catastro nacional, impacta en tributos provinciales (inmobiliario - IBI) pero también nacionales. Por lo tanto cuanto más se acerque el valor catastral al valor de mercado, mayor será el número de ciudadanos pugnando por defender sus intereses y reaccionando en contra del catastro de diversas formas.
Coincido plenamente con Jerónimo en cuanto a que más allá de cuánto nos acercamos al valor de mercado con el valor catastral, es importante que ese "acercamiento" sea equitativo, o sea que los bienes inmuebles estén "justipreciados", alcanzando todos los valores catastrales la mayor homogeneidad posible en cuanto al porcentaje que representan de los valores de mercado.
En cuanto a las fluctuaciones de los valores de mercado y sus repercusiones en el catastro, creo que esto debe ajustarse a la normativa existente en cada sitio, ya que allí se indican los períodos de vigencia de las valoraciones. Los valores catastrales deben tener cierta estabilidad, pero un catastro moderno, ágil, en régimen, debería ser capaz de relevar y receptar las fluctuaciones del mercado para reflejarlas en próximas actualizaciones.
Debemos tener cuidados en no quedar como únicos abanderados de ciertas causas, pues como también dice Jerónimo, siempre es el Catastro quien soporta toda la presión y quien además, debe ocupar buena parte de su tiempo (al menos en nuestra experiencia) en dar respuestas técnicamente satisfactorias a los reclamos.