Al igual que ocurrió con el tsunami de Indonesia del pasado año y anteriormente en Florida con el huracán Mitch, uno de los efectos demoledores de estos fenómenos naturales es el “borrado” de la estructura parcelaria que ordinariamente se aprecia a simple vista en cualquier territorio. Con la retirada de las aguas resulta imposible identificar en determinadas zonas las parcelas preexistentes, lo que hace especialmente valiosa la información custodiada en las bases de datos catastrales, sobre las cuales pueden recomponerse y restaurarse los linderos de las parcelas y evaluarse los daños con gran precisión.
Sin embargo, como se indica en el artículo publicado en El País de hoy, que puedes encontrar en
la situación en Japón es especialmente preocupante, porque la intensidad del terremoto ha sido de tal gravedad que la línea costera más cercana al epicentro, en el noreste del país, ha avanzado cuatro metros hacia el oriente (es decir, en dirección a Estados Unidos). En esa zona, Japón es más ancho que antes.
Como consecuencia inmediata, los expertos japoneses señalan que el Catastro deberá ser modificado para adaptarlo a esta nueva situación. Lo mismo sucede con las cartas naúticas, ya que la profundidad de las aguas costeras ha cambiado. Por tanto, habrá que desarrollar un trabajo extra de replanteo de la antigua estructura parcelaria, para ajustar la georreferenciación de las parcelas a la nueva situación.
Te recomiendo que veas la presentación del New York times que permite comparar el territorio antes y después de la catástrofe. En concreto, las imágenes que corresponden a las ciudades de Ishinomaki, Yuniage y Arahama, donde se aprecia perfectamente como ha quedado dañada la estructura parcelaria de la zona.
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