Dentro del marco de la XX edición del Congreso Anual de Derecho Registral (XX
CADER) convocado por la Superintendencia Nacional de los Registros Públicos
(SUNARP) del Perú se planteó una interesante pregunta a modo de provocación: ¿Los
ciudadanos prefieren unos servicios públicos con mucha seguridad jurídica o,
por el contrario, prefieren servicios muy inmediatos, en la línea de los
ofrecidos por las plataformas más conocidas de venta por internet?.
Dicho en otras palabras, ¿los ciudadanos realmente valoran más los sistemas
de prestación de servicios públicos más tradicionales y pesados, pero con un
alto nivel de seguridad jurídica, o por el contrario preferirían unos servicios
basados en aplicaciones tecnológicas que les permitieran, con dos o tres toques
en su teléfono móvil, realizar una gestión administrativa, asumiendo a cambio un
nivel bajo de protección de sus derechos como ciudadanos?.
La pregunta está muy bien planteada para provocar el debate, pero debemos
evitar caer en la trampa que contiene, puesto que la respuesta correcta es
siempre conseguir de forma conjunta y simultánea inmediatez y seguridad
jurídica. Es evidente, cuando hablamos de servicios públicos, que lo que quieren
los ciudadanos que viven en un sistema democrático con una amplia presencia de
la tecnología son unos servicios inmediatos basados en herramientas
innovadoras, pero que, simultáneamente, cuenten con un alto nivel de seguridad
jurídica que proteja sus derechos como ciudadano.
Sin embargo, el mayor número de reclamaciones relativas al funcionamiento
de los servicios públicos giran en torno a la accesibilidad a los servicios e
inmediatez de la respuesta y no sobre la seguridad jurídica, porque el
ciudadano da por hecho que la misma está garantizada. “Va de serie”, si se me
permite la expresión.
Por tanto, los proyectos de transformación digital de las Administraciones
Públicas se enfrentan, al desarrollar su proceso innovador, con este reto: ¿cómo
innovar los servicios que ofrecen a los ciudadanos para hacerlos más
inmediatos, incrementando simultáneamente la seguridad jurídica de los mismos? .
La necesidad de garantizar en todo momento la seguridad jurídica en los
procedimientos administrativos es una de las grandes diferencias que se
presentan en la actualidad entre los servicios digitales que ofrecen las
empresas privadas y los suministrados por las administraciones públicas. Como
ejemplo, en el comercio electrónico la tasa de devoluciones porque el comprador
no está satisfecho y decide devolver su compra es del 20% https://www.salecycle.com/es/blog/guias/devoluciones-ecommerce/ , porcentaje de insatisfacción que
resulta absolutamente inasumible en los servicios públicos, en los que no sería
aceptable un resultado similar que obligase de manera habitual al 20% de los
ciudadanos a presentar recursos o reclamaciones ante los acuerdos o
resoluciones emitidas. Estaríamos ante un nefasto modelo de servicio público.
Por tanto, la cuestión a analizar es conocer cuáles son las características
que debería incorporar todo modelo de transformación digital que se desarrolle
en una administración pública para que garantice simultáneamente un alto nivel
de seguridad jurídica y la máxima inmediatez a sus usuarios.
Pero antes de explicar someramente el modelo, es necesario aclarar dos
cuestiones. La primera de ellas es que seguridad jurídica e inmediatez no
son valores absolutos. Es decir, que puede haber distintos niveles de
seguridad jurídica, al igual que puede un servicio público ofrecer distintos
grados de inmediatez. De esta forma, un servicio público tendrá un bajo nivel
de calidad tanto si cuenta con un alto grado de seguridad jurídica pero muy
bajo nivel de respuesta inmediata (puede ser el caso de servicios tradicionales
en papel que implican gestiones lentas, acumulación de expedientes y mucha demora en la
respuesta), o viceversa, cuando se crean servicios basados en apps, con acceso
y respuestas inmediatas pero que no garantizan la identidad del ciudadano que
accede a las mismas, no documentan los trámites y fase de los procedimientos, no
protegen la información, no son transparentes o no disponen de un servicio de
notificación electrónica seguro. En ambos casos estamos en presencia de malas
formas de prestación de los servicios públicos.
La segunda idea a considerar es que, en una sociedad democrática, el
ciudadano basa su relación con la Administración pública en la confianza. Como
antes se indicó, presupone que toda Administración Pública, por definición,
actúa siempre protegiendo sus derechos. No pide ni desea explicaciones largas y
farragosas, ni verse obligado a acreditar ni a aportar ninguna documentación o
dato, porque entiende que la Administración Pública ya cuenta con toda su
información personal y hace un uso adecuado de estos datos protegidos. Por
tanto, los gestores públicos debemos aprovechar esta indudable ventaja para
desarrollar servicios simplificados y ágiles, haciendo una gestión acorde con
la confianza que nos otorgan los ciudadanos.
Elementos que componen un correcto sistema de
seguridad en los servicios públicos digitales: la suma de seguridad jurídica y
seguridad tecnológica.
Atendiendo a las reflexiones anteriores, un buen servicio público
desarrollado en el ámbito de las tecnologías de la información y las
comunicaciones debe sumar a la tradicional visión de la seguridad jurídica,
protegida constitucionalmente y que se mueve en el mundo de las leyes y su
aplicación, un esquema confiable de protección tecnológica que blinde a los servicios
digitales que prestan las administraciones públicas, preservándoles de
cuestiones como accidentes, pérdidas de información, falta de control en los
accesos, generación de sesgos que produzcan discriminación, o accesos y ataques
maliciosos con distinta finalidad.
De esta forma, además de buenas leyes que garanticen certeza y legalidad,
jerarquía y publicidad normativa, irretroactividad de la norma no favorable, e interdicción
de la arbitrariedad, es necesario contar con un adecuando nivel de seguridad
tecnológica, concepto que se compone de tres elementos:
- Seguridad física: garantizando la protección de equipos e instalaciones.
-Seguridad del dato: para evitar su
pérdida, alteración o manipulación no autorizada,
-Y lo que habitualmente se conoce como ciberseguridad, entendiendo como tal
todas las medidas necesarias para evitar accesos externos cuya finalidad es el
robo, el deterioro o la destrucción de la información o de los procesos y
aplicaciones utilizados.
Como conclusión, no existirá unos buenos servicios públicos digitales si no
reúnen, simultáneamente, buenos niveles de seguridad jurídica y de seguridad
tecnológica.
Características debe reunir un buen modelo de servicios
púbicos digitales.
Una primera idea que, a mi juicio, debe reunir un buen modelo de servicios públicos digitales
que garantice simultáneamente tanto la seguridad jurídica como la inmediatez es la necesidad de que el sistema distinga con
nitidez aquello que el ciudadano ve y usa al acceder a esos servicios
digitales, de aquello que necesariamente ha de estar por detrás de todo el
sistema, pero que el ciudadano no necesita conocer expresamente para utilizar
el mismo. Sobre esta idea desarrollaremos el modelo, siguiendo el esquema
siguiente:
1.- Lo que el ciudadano ve y usa.
Es sin duda la parte más sencilla de explicar de todo el modelo. Basta con
que pensemos en la mejor aplicación para móviles que conozcamos y pensemos en
como disponer de una herramienta similar para prestar el servicio público que
queremos reformar, incluyendo todas las herramientas y capacidades que ofrece.
Tres comentarios al respecto:
El diseño del servicio debe realizarse pensando desde el inicio en una
aplicación para móviles y, después, en versiones para ordenador, tablet u otros
dispositivos. El móvil será el dispositivo más usado para relacionarse con la
Administración Pública, si no lo es ya.
Las Administraciones deben liberarse del “pudor” que les puede producir
usar frases o expresiones alejadas del lenguaje administrativo tradicional,
pero que son las que utilizan y entienden los ciudadanos. Expresiones cortas, contundentes
y simples como “quiero pagar” o “haz click aquí para incorporar documentos” son
mucho más útiles y acordes con la naturaleza de los servicios digitales que el
tradicional y complejo lenguaje administrativo.
Y en tercer lugar, siempre ha de aparecer en un lugar relevante un botón
que lleve directamente al usuario interesado a acceder a toda la información
disponible, con el máximo nivel de detalle que se estime, en la que se explica
todo el sistema de garantías que está incorporado por “detrás” de la aplicación
que está viendo. Es el botón de la ”transparencia” a través del cual el ciudadano
puede conocer todos los elementos legales, tecnológicos y de gestión que
soportan la app ágil y simple que está utilizando. Es, en definitiva, el botón
que une “lo que el ciudadano ve y usa” con lo que hay detrás, y que se explica
a continuación.
2.- Lo que el sistema contiene detrás de lo que el ciudadano ve y usa.
Al igual que en un iceberg, la parte del servicio público que el ciudadano verá
y usará será siempre muy inferior a la parte que hay detrás de la app, que
contiene todas las características y modelos de garantía exigibles.
Como se señala en el esquema, el proyecto debe contener unos adecuados
modelos de gobierno de los datos, de gestión de usuarios y accesos, y de
seguridad, en los términos antes expuestos. Si además el sistema a implantar incluye
herramientas de inteligencia artificial, el modelo debe definir las
especificaciones, programación, algoritmos, mantenimiento, supervisión y
control de calidad y, en su caso, auditoría del sistema.
Pero junto a estos cuatro modelos, que constituyen el núcleo del proyecto, debería completarse este con una adecuada incorporación de la normativa aplicable, unos buenos manuales de descripción de los procesos y una completa descripción de las metodologías de evaluación de resultados así como de reparación de los errores generados. En este sentido, las Administraciones Públicas deberíamos aprender de las herramientas utilizadas por las grandes plataformas digitales de intermediación en lo que respecta a la velocidad y simplicidad para tramitar y resolver las incidencias, tales como reclamaciones por la falta de entrega en el plazo señalado o las propias devoluciones por insatisfacción con la compra realizada, por poner algunos ejemplos. Nada irrita más a un ciudadano que tener que interponer una recurso o una reclamación ante la Administración y luego tener que esperar largos periodos de tiempo hasta obtener respuesta.
3.- Transparencia: acceso pleno a toda la información.
Finalmente, y como idea transversal a todo el modelo, es imprescindible
garantizar la total transparencia tanto en lo que respecta a la accesibilidad
al servicio, como al conocimiento con el máximo nivel de detalle de todas las especificaciones
técnicas, jurídicas y de procedimiento que se aplican en el proceso.
La única manera de proteger al máximo la confianza que otorgan los ciudadanos
a las Administraciones Públicas a la que antes nos referimos, es ofrecer la
máxima transparencia en todo lo que afecta a los sistemas y procedimientos que
se utilizan.
Como antes se indicó, si bien en la parte “que el ciudadano ve y usa” no
debería estar detallada toda esta información, si ha de existir un botón que
permita a quienes estén interesados acceder a ella sólo con un toque.
Puedes ver mi
ponencia completa en el XX CADER, titulada “La modernización de las
administraciones públicas: una visión desde Europa” aquí: https://www.youtube.com/watch?v=gjJQ4b6n9Lw